EL REINO DE LAS GALAXIAS
Estamos lejos de la orilla, en el desconocido océano
cósmico,
esparcidos como espuma en las olas del espacio.
Proyección tridimensional de un cubo
de cuatro dimensiones
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Partiendo de esta
premisa, podemos definir el universo como una laguna cósmica que alberga en su
interior cientos de miles de millones de islas de estrellas, una gran tempestad
de entes luminosos, gas y polvo. A nuestro entender, la vida ha comenzado a
desarrollarse a una edad madura del universo, en la que sus palpitaciones se
han atenuado y se dispersan a lo largo de la inmensidad de la materia oscura. Edad
madura, claro, respecto a su origen, no a la indefinida eternidad que se
presenta por delante.
Dispersas por esta masa
cósmica, orbitan alrededor de su eje incontables grupos globulares de hornos
nucleares llamados galaxias, que son como enjambres de abejas unidas por la
gravedad. La vía láctea, hogar propiamente dicho del ser humano, es un torbellino que arrastra doscientas mil millones de estrellas en su interior, que oscilan en formación lenticular, en
cuyo centro se encuentra un disco plano de 2.000 millones de años luz* de
diámetro, que constituye la mayoría de la masa de la galaxia.
Nuestro agujero negro
particular.
La Vía Láctea, tras siglos de estudios y observación, se puede definir como una galaxia en espiral que rota como la rueda cósmica de un reloj luminiscente. Hablamos de unos 100.000 años luz de una punta a otra.
La Vía Láctea, tras siglos de estudios y observación, se puede definir como una galaxia en espiral que rota como la rueda cósmica de un reloj luminiscente. Hablamos de unos 100.000 años luz de una punta a otra.
Es importante al menos
arañar la superficie de las proporciones de aquello que nos rodea más allá de
nuestro planeta, pues el hombre ya en su día atentó, quizás necesariamente,
contra el propio razonamiento, acomodándose como epicentro de la existencia,
haciendo suyo el medio y siendo suyo el protagonismo. Hubo un día en el que el
primer humanista afirmó que el hombre era perfecto y maravilloso, y contaminó
con ello el agua de los ríos de la lógica de los que muchas generaciones
beberían.
El hombre no es el
centro, ni lo es nuestro planeta, ni posee la exclusividad en raciocinio y sociedad.
Es sólo que, apresados en una cárcel tridimensional, observamos el firmamento
desde nuestro pequeño lago de estrellas y, por no ver, creemos que no existe.
ANEXO:
*El año luz es una medida de longitud, y no de tiempo. Se denomina así ya que, en un año, la luz recorre aproximadamente unos 10 billones de kilómetros. Es decir, un año luz equivale a 1.000.000.000 km. Cabe recordar que el radio de La Tierra es de 6.400 km.
*Los grados de libertad, o dimensiones, han sido y son los pilares de muchas de las hipótesis más revolucionarias de la física, como la curvatura del universo y la teoría de cuerdas. Carl Sagan dedicó muchos esfuerzos en intentar proyectar en las mentes no iniciadas el abismo de percepción que existe entre dimensiones. Aquí uno de sus más populares vídeos, en el que partiendo de dos dimensiones, aclara como podemos atisbar la existencia de una cuarta.
*El año luz es una medida de longitud, y no de tiempo. Se denomina así ya que, en un año, la luz recorre aproximadamente unos 10 billones de kilómetros. Es decir, un año luz equivale a 1.000.000.000 km. Cabe recordar que el radio de La Tierra es de 6.400 km.
*Los grados de libertad, o dimensiones, han sido y son los pilares de muchas de las hipótesis más revolucionarias de la física, como la curvatura del universo y la teoría de cuerdas. Carl Sagan dedicó muchos esfuerzos en intentar proyectar en las mentes no iniciadas el abismo de percepción que existe entre dimensiones. Aquí uno de sus más populares vídeos, en el que partiendo de dos dimensiones, aclara como podemos atisbar la existencia de una cuarta.
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